CAPITULO III


EXPRESO BARILOCHE-JUJUY


BARILÓ BARILÓ, LLEGAMO A BARILÓ.

Ya había pasado un mes y medio desde nuestra llegada al Bolsón, no se que tiene ese lugar pero no nos dejaba ir. Era como el pulpo que nos ataba a la cama todas las mañanas cuando sonaba el despertador para ir a trabajar. Finalmente logramos escapar de sus tentáculos y nos decidimos a partir nuevamente. Entre mates y abrazos de despedidas terminamos saliendo a las 4 de la tarde, nuestro próximo destino era Bariloche y teniendo en cuenta la distancia y la ruta llena de subidas y bajadas era imposible hacerlo en un día. Pedaleamos sólo 30 kilómetros cuando la caída del sol y el cielo naranja nos recordó que teníamos que buscar lugar donde pasar la noche antes de que se vaya la luz. 




Ya estábamos fuera del radio urbano, pero se veían muchas tranqueras con caminos que llevan a chacras y pequeñas estancias. La oferta era amplia y resultaba imposible saber en cuál hubiéramos estado mejor. Algunas entradas son fácilmente descartables porque tienen grandes carteles como Propiedad Privada o No Pasar. Pero por suerte la mayoría parecen ser más amigables e invitan a entrar. En fin...nunca sabremos como nos hubiesen recibido en otro lado, pero si podemos dar fe que en la casa de Silvia y Pachy lo pasamos espectacular. Son un matrimonio de unos 65 años cada uno, nos abrieron la puerta de su hermosa casa (construida por ellos mismos) como si fuésemos amigos de toda una vida. Nos presentaron a sus vecinos y familia, nos hicieron de comer, nos prestaron su baño para ducharnos y al siguiente día nos pidieron que nos quedemos un tiempo más. Situaciones similares nos sucedieron a lo largo de todo el país, no las nombramos a todas porque sería tedioso el relato. Pero no podemos dejar de sorprendernos y reflexionar por la cantidad de gente buena que nos cruzamos en el camino.




¿Qué hubiera pasado si en lugar de entrar en la tranquera de Silvia y Pachy hubiéramos entrado en la de al lado? ¿Por qué ingresamos ahí y no en otra? Cada pequeña decisión implica una cadena enorme de consecuencias que desconocemos hasta el momento en que suceden. Estos interrogantes se nos abren a cada rato, y generalmente no tienen respuesta.


Finalmente llegamos a Bariloche dónde nos quedamos una semana en la casa de Juanpi Scippo y su novia María del Mar. Era la primera vez que entrábamos con la bici en una ciudad grande, luchar con el tráfico, colectivos, ruido y peligro de robos no es tan cómodo con una bici a cuestas. Pero pasamos unos lindos días con amigos y aprovechamos las bondades que brindan las grandes urbes. Entre las cosas interesantes que nos pasaron esos días no podemos dejar de destacar las charlas con María (suegra de Juanpi) y la visita guiada que nos consiguió Mar en el Instituto Balseiro. Pudimos ingresar a ver el reactor nuclear que estaba en funcionamiento. Es fuerte ver tan de cerca los avances del hombre en la ciencia, y por momentos hasta corre algún escalofrío por la espalda por solo pensar en lo peligroso que puede llegar a ser si esta gente no está motivada por fuertes valores éticos y verdadero compromiso con la sociedad. 



Reactor nuclear en funcionamiento








Después de unos días continuamos con el pedaleo, el próximo atractivo era cruzar los 7 lagos. El clima ya no era el mismo que teníamos hasta unas semanas atrás. Los primeros fríos comenzaban a asomarse y las nubes negras amenazaban con abrir las griferías y largar el agua que cargaban sobre nuestras cabezas. 

Encontrar donde tirar la carpa cada atardecer se convirtió en una aventura divertida. Levantarse en la mañana y preguntarse: ¿dónde dormiremos en la noche?, implica una sensación de hermosa incertidumbre que se aleja por completo de lo que sería un día rutinario. Cada lugar tuvo su magia y cada noche fue inolvidable.

En toda esa zona de la Patagonia abundan los ríos de agua pura y cristalina, los enormes árboles garantizan excelentes refugios contra el viento, el frío rocío de las noches y permiten ocultarnos de los autos y gente que pasa por la ruta. A su vez, los troncos que caen durante el invierno nos dan madera para hacer fuego en la noche y poder cocinar y calentarnos. De a poco fuimos despertando el espíritu tribal que llevamos dentro. 


HOTEL 5 ESTRELLAS

Después de tanto amagar la lluvia finalmente comenzó a caer. Era la primera vez que nos agarraba en la bici. Podría decir que de algún modo la estaba redescubriendo. Definitivamente no es lo mismo ver caer la lluvia desde una ventana, o bien mojarte pero a sabiendas de que pronto estarás en casa. Ahora estábamos en medio del campo y sin saber cuando íbamos a encontrar un refugio con calefacción para calentarnos y secar la ropa. 


Por suerte esa noche dormimos a las afueras de Villa la Angostura en un hotel 5 estrellas con una vista insuperable del lago Correntoso. A decir verdad, tiramos la carpa en un excelente rincón en el terreno pegado a las instalaciones del hotel. Si bien faltó la cama, el desayuno servido, la ducha de agua caliente y seguramente muchas otras cosas más, les puedo asegurar que la espectacular vista era la misma que la de los dichosos huéspedes. 


                                  
UN HERMOSO BASURAL EN 7 LAGOS



Con una linda mañana de sol, comenzamos a pedalear los 120 km que unen Villa la Angostura con San Martín de los Andes, atravesando el famoso camino de los 7 lagos. Como explicar que resultó ser uno de los lugares mas bellos de la Patagonia, pero que a su vez nos desagradó como ningún otro.



Ya hace unos años que el trayecto está todo asfaltado. Será esta una de las razones, para bien o para mal, de porque se plagó de turistas. Pienso y trato de comprender sin éxito como un lugar tan lindo puede llegar a verse tan feo por el descuido del hombre. Un desafío difícil es el de encontrar algún rincón que no haya sido utilizado como baño. En el momento en que escribo esta nota en papel, no puedo dejar de preguntarme por que la persona que dejó el regalito que acabo de pisar no lo tapó con una piedra, de haber sido así seguramente me hubiesen caído mucho mejor los mates que estaba tomando. Lo mismo con la persona que dejó una bolsa con basura colgada de un árbol, la cual lógicamente fue atacada por algún pájaro lo que provocó que ahora toda esa basura este nadando en el lago, junto a una hermosa mancha de aceite que escupió el motor de la lancha de algún turista. 

La casa del guardaparques está a pocos metros del Lago Espejo (uno de los más damnificados por la mugre), pero poco y nada parece hacer por ésta problemática. 

                               
Muestra de mugre

Mas mugre

Me pregunto si es posible explotar turísticamente una región sin que sufra semejantes consecuencias, también me gustaría saber si cuando vuelva a estos lugares dentro de unos cuantos años, podremos seguir tomando agua de las vertientes o quedará como un nostálgico recuerdo. Estos y muchos otros interrogantes nos quedaron sin responder. Pero de lo que estoy seguro es que estamos yendo por mal camino. Hay mucha gente que no tiene el mínimo interés en preservar los espacios naturales, y las instituciones que deberían velar por este interés no se encargan de informar y educar a los visitantes.

En la segunda tarde de pedaleo, decidimos alejarnos un poco de la ruta y seguimos un sendero de vacas que sigue el curso del río Pichi Traful. Excelente decisión la que tomamos. Por suerte todavía quedan lugares dónde la gente no llega tan fácilmente y así es que pudimos encontrar este pequeño paraíso que nos albergó durante dos días. Estuvimos solos nosotros dos, a orillas del río y con una vista única que nos inspiró para escribir, cocinar y hablar bastante.

Dejamos nuestro refugio amenazados por la lluvia, y con la melancolía de pensar que probablemente nunca volveríamos a ese mismo lugar.





La lluvia finalmente se hizo presente cundo estábamos a unos 40 kilómetros de San Martín de los Andes, pero decidimos pedalear hasta llegar. Nos mojamos mucho y el frío penetró todo nuestro cuerpo. Por suerte nos esperaba Cristian, un ciclista que conocimos por una web de cicloviajeros. Con toda su generosidad nos invitó a su casa y pasamos dos días excelente con él y sus hijos. Juntamos fuerzas para seguir y hasta logramos entrar en calor, cosa que en algún momento pensé que nunca volvería a pasar. 





LA RUTA DEL PEHUÉN Y NORTE DE NEUQUÉN  
Esta ruta abarca todo el camino que bordea el río Aluminé, y continúa unos kilómetros al norte y hacia adentro de la montaña. Comunica pequeños poblados de particular belleza y tranquilidad. Pilolil, Aluminé, Villa Pehuenia, Loncopué, Caviahue y Copahue forman parte de ese recorrido que vale la pena conocer alguna vez.
Volcán Lanin
Nuestra idea original era cruzar Neuquen siguiendo la ruta 40, pero que curioso es cuando el destino nos pone frente a determinadas situaciones y personas que hacen que cambiemos de dirección y planes constantemente. Esa vez afortunadamente tocó encontrarnos mientras juntábamos moras en los siete lagos, al tercer Mario de nuestro viaje que nos recomendó ir por este camino. Que buena decisión seguir sus consejos! Cambiamos una ruta cargada de camiones y mucha meseta, por un paisaje único, repleto de árboles milenarios como son las araucarias, caminos de tierra, un río cristalino que acompañó todo nuestro andar, singulares formaciones volcánicas y prácticamente sin autos circulando.



Fuero días de pleno contacto con la naturaleza. Horas y horas de pedaleo sin ver seres humanos y con el desafío de atravesar montañas, con enormes subidas y bajadas que hacían aún más entretenidas las jornadas.

Los bosques de Araucarias le dan ese toque místico al lugar porque son considerados árboles sagrados por los aborígenes de la zona. Tardan tanto en crecer, que es increíble pensar que esos gigantes ya estaban ahí cuando sucedieron los acontecimientos más importantes de la historia del hombre.




Paradójicamente, fue en esta ruta tan pacífica en donde tuvimos una seguidilla de eventos tragi-cómicos que son dignos de contar, y que como denominador común, fueron protagonizados por animales...

         Con ustedes... "Animaladas en la Ruta del Pehuen"...
Que gane el más fuerte ... Ya eran las cinco de la tarde y empezaba a caer el sol, pero todavía no teníamos ni idea a donde dormiríamos esa noche. En lo desolado del camino, justo apareció un gaucho a caballo que avanzaba casi al mismo ritmo que nosotros. Andrés empezó a pedalear un poco más rápido para acercarse y seguirlo porque seguramente se dirigía a algún rancho que nos podría dar refugio. Yo venía un poco más atrás viendo la escena de lejos y sin saber bien por qué seguíamos a ese señor. Andrés silbaba y le hacía señas al hombre para que parara, pero sin éxito el don seguía su camino y se mandó para arriba del cerro sin siquiera mirar hacia atrás. Andrés dejó la bici al costado de la ruta y empezó a correr cuesta arriba hasta que los perdí de vista. De repente se empezó a escuchar una orquesta de ladridos de perros feroces y muy enojados que no se callaban, y también se escuchaban los gritos de Andrés diciéndoles que se fueran. La secuencia duró algunos segundos que se hicieron eternos, y de repente, silencio absoluto. Fue inevitable recordar la escena de la película Django, donde los perros se comen al hombre. Un ratito después salió victorioso Andrés de entre los arbustos, y me contó el final del cuento: Se le habían aparecido siete fieras hambrientas que se le venían encima mostrandole los colmillos. Tuvo una ráfaga de lucidez en la que se acordó de los pasos a seguir si uno tiene un encuentro con un puma: Nunca darle la espalda y gritar y mover los brazos para parecer un animal más grande y así intimidar a la fiera. Fue así que alcanzó a agarrar un palo, sacudirlo y gritar como loco hasta que los siete perros se quedaron inmóviles a un metro de distancia. El gaucho creemos que todavía no entiende que fue lo que pasó esa tarde. Suponemos que jamás respondió a los silbidos porque existe una leyenda de campo que dice que si uno escucha un silbido NUNCA debe darse vuelta ni responder, porque es el diablo que viene a buscarte. Puede que el gaucho haya creído que ese día fue Satanás quien calmó a las bestias, vestido con ropas fosforescentes, casco, anteojos amarillos y con una cabeza gigante.

El poder de las masas... Nunca pensé que romper un huevo podía desatar semejante caos. Habíamos frenado a cocinar en la sombra de una araucaria, y sin querer me senté encima de una caja de huevos que estábamos por usar. El episodio empezó a atraer a las inconfundibles "Chaquetas amarillas", en cantidades jamás vistas. Eran miles. Las chaquetas son unos insectos que parecen una cruza entre abeja y avispa. Fueron introducidas en la Patagonia con el fin de combatir a las tijeretas, pero al parecer, les salió el tiro por la culata. Las chaquetas ahora son plaga y estoy convencida de que se organizan para robar comida. En unos minutos se volvió imposible quedarnos donde estábamos instalados. Las molestas se posaban en la comida, se caían en la olla hirviendo, se subían a las cucharas y era muy fácil llevárselas a la boca. Quisimos engañarlas, dejarles una porción del arroz para que se entretengan y mientras corrernos unos metros para comer tranquilos, pero era imposible. Les tributábamos comida y corríamos rápido y a los dos minutos la nube de chaquetas estaba encima nuestro otra vez queriendo adueñarse de nuestro almuerzo. Después de repetir la acción varias veces, decidimos mejor subirnos a las bicis, hacer unos cuantos kilómetros y terminar de comer el poquito de comida que nos había quedado en otro lugar.

Quién se ha robado mi bolso? Nuestro equipaje está conformado por ocho alforjas de color rojo. Esa mañana en el camping de Villa Pehuenia teníamos solo siete. Contábamos una y otra vez y definitivamente había una menos y era justo la que llevaba las cosas de cocina. Recorrimos todo el predio, preguntamos a la gente si habían visto algo, y nada. Un misterio. Ya casi vencidos, pensando en qué íbamos a hacer sin todo el equipo de cocina y con un bolso menos, empezamos a caminar por el costado del lago, y en un momento, a unos 300 metros vimos algo rojo que brillaba... ahí estaba! La pobre alforja la encontramos con heridas de guerra, con evidencias de que un perro grande y desesperado había intentado abrirla y comerse la comida que había adentro de la olla. Por suerte el bolso lo pudimos parchar con cinta y el almuerzo estaba intacto, así que seguimos nuestra ruta habiendo aprendido la lección de que no hay que dejar comida al alcance de los animales, porque se la van a querer comer cueste lo que cueste.
. . . . . . . . . . . . . .
Llegando hacia el fin de la ruta del Pehuen, cada vez más adentrados en la cordillera, pasamos por Caviahue, y si hacíamos un esfuercito más, nos esperaba Copahue con su famoso centro de aguas termales. La idea de descansar unos días remojados en aguas calentitas y reparadoras fue motivación suficiente para pedalear los 17 km cuesta arriba que conectan a esos dos pueblos.
Llegamos a Copahue con la última gota de luz que quedaba de ese largo día, realmente exhaustos y muertos de frío. Fuimos directo al único camping del pueblo y el señor que nos recibió nos dijo: "Están seguros de que quieren acampar?". Sin esperar a que le respondamos, nos ofreció dormir en una casilla rodante que tenía libre. Muy agradecidos nosotros, recién al otro día entendimos el buen gesto del señor. Amanecimos con una lluviecita que a lo largo del día fue convirtiéndose en nieve, y que a las seis de la tarde había transformado por completo la escena del lugar. Fuimos temprano a las termas, y cuando salimos a la tarde, estaba todo totalmente blanco, los autos, las calles, las entradas de las casas. En ese rato cayó un metro y medio de nieve, y a la noche la temperatura descendió a -12°C. Yo de verdad pensé que íbamos a amanecer congelados.

Así fue como realmente caímos en la cuenta de que era hora de apurarnos un poco para subir hacia el norte. Era Marzo, pero el clima de la cordillera patagónica es complicado y al parecer el invierno ya venía pisándonos los talones.







Decidimos partir en cuanto habilitaran la ruta nuevamente, porque había sido cortada por el temporal. Aprovechamos esos cinco días para darnos baños sulfurados, de vapor y de barro para volver a las pistas 0 km.










Una vez que pudimos escapar de Copahue, nuestro objetivo fue alejarnos un poco de la cordillera, retomar la ruta 40 y volver al asfalto para poder avanzar rumbo norte. En ese trayecto tuvimos la suerte de descubrir otra parte de la provincia de Neuquen que es impactante por sus paisajes y que no es conocida para el turismo. Los caminos montañosos recorren el territorio neuquino de punta a punta, y en el medio existen pueblitos escondidos que sólo viajando en bicicleta se nos hubiese ocurrido conocer. El cumpleaños de Andrés lo pasamos en Colipilli, un poblado de unas pocas casas que nos recibió con gran alegría. Nos fuimos con la sensación de haber estado en un lugar muy especial, sorprendidos por la simpleza con la que viven y por la diferencia abismal que puede haber en lo que resulta cotidiano para ellos y lo que era cotidiano en nuestras vidas hacía unos meses atrás.




Nuestros últimos tramos en Neuquén fueron acompañados por el fuerte temporal que afectó esa zona en el mes de Abril. Fueron días en los que la lluvia, el barro y el viento hicieron mucho daño en algunas localidades. Por suerte a nosotros nos tocó cruzarnos con gente que no nos dejó seguir, que nos cuidaron y dieron refugio hasta que fuera seguro volver a la ruta. Estuvimos varios días varados en un pueblo que se llama Buta Ranquil. Ahí nos dieron la llave del polideportivo del pueblo y hasta nos hicimos amigos del panadero que nos reveló su receta secreta para hacer las mejores medialunas del mundo.



Finalmente llegamos al Río Colorado, dejando atrás una provincia bellísima que realmente vale la pena conocer en toda su extensión.

MENDOZA VS SAN JUAN

Se preguntarán si tiene sentido enfrentar a esta dos hermosas provincias tal como lo sugiere el título. La respuesta es obvia, claramente no tiene ningún sentido. Sin embargo, lo absurdo de las fronteras muchas veces genera estas rivalidades que hace que unos y otros hablen mal de sus vecinos y sus tierras sin siquiera darse la oportunidad de conocer.

En Mendoza esperábamos escaparnos definitivamente del frío. Grave error!! Si bien los límites establecen el fin de la Patagonia en el inicio de la provincia, lo cierto es que los fríos sureños y los fuertes vientos se extienden bastante más allá.

Bardas Blancas es la segunda localidad ingresando por el Sur por la Ruta Nacional 40. Este pueblo nos recibió con la particular fiesta llamada "vuelta del veraneador". En toda esa zona cordillerana es usual que con los primeros calores que llegan en Octubre/Noviembre, los campesinos suban a los poblados o ranchos más altos en la montaña a todos sus animales (principalmente chivos y vacas). Las travesías para llegar a la cima son a pie y generalmente duran semanas enteras. El objetivo es que los animales caminen y coman los pastos de altura mientras durante el verano crecen y se regeneran los pastizales abajo. En Marzo cuando en la montaña comienzan los primeros fríos y nieves, bajan todos los veraneadores a sus pueblos con los animales crecidos y bien alimentados. En Bardas Blancas los reciben con un gran homenaje y los festejos duran tres días enteros. Por suerte, a pesar de las fuertes y evidentes diferencias culturales que mostrábamos, nos invitaron a la intimidad de los festejos, donde además de comer y tomar en abundancia, pudimos presenciar un particular concurso de rimas del Martín Fierro.



En nuestros días por Mendoza conocimos lugares increíbles. Pasamos por Malargüe, el Nihuil, San Rafael, Valle Grande, el Cañon del Atuel, Tupungato, etc. Nos sorprendió bastante el miedo por la inseguridad con que vive la gente de Mendoza Capital. Seguramente la ciudad creció mucho en los últimos años y se están empezando a ver las desventajas que caracterizan a las grandes urbes.




Sin duda lo mejor de nuestro paso por Mendoza, además de los buenos vinos que tomamos, fue la excelente compañía que tuvimos. La visita de Aldo y Lupita primero, y después la sorpresa de encontrarnos con el Paragua, Alita, Romi, Mery, el Poto y Vir nos recordaron nuevamente que la felicidad solo es completa cuando es compartida. 




Ingresar a San Juan fue una gran sorpresa, no teníamos mayores referencias más allá de las críticas negativas de muchos mendocinos. Pero lo cierto es que finalmente nos encontramos con un territorio maravilloso y con personas excepcionales.

En la ciudad de San Juan, pasamos cinco días de descanso total, comida casera, asados, camas, duchas y el clima relajado de un hogar familiar. Nos hospedó en su casa de Don Roberto Godoy y su familia. Godoy fue el maestro de primer grado del papá de Ceci. Se podrán imaginar lo especial del encuentro. Roberto es un hombre de 75 años lleno de vitalidad, realmente me gustaría llegar así a esa edad. Durante esos días tuvimos largas y trasnochadas conversaciones de todo tipo. Es lindo encontrarse con alguien que comparte mismos códigos y posturas sobre la vida y la sociedad, pero sobre todo se pone interesante cuando se trata de una persona de otra generación, que confirma lo que uno piensa con la voz de la experiencia. 

Durante esos días reflexioné mucho sobre la enorme responsabilidad que tiene un maestro cuando está frente a sus alumnos, y me impresionó lo trascendente que puede ser un mensaje cuando es dirigido a un niño o un adolescente. De hecho me propuse algún día enfrentar el desafío de pararme frente a un aula, ojalá pueda cumplirlo. 

Más allá de la hermosa experiencia en lo de los Godoy, nos llevamos una muy buena impresión de la ciudad de San Juan, su gente y sus paisajes. Lejos están de las malas recomendaciones que nos habían hecho algunos de sus vecinos.

Continuamos el viaje rumbo al Norte, con los cuerpos renovados. Los paisajes son únicos. Si en Mendoza aún se veían algunos rasgos patagónicos, en San Juan desaparecen por completo. Las montañas pasaron a tener un tinte rojizo y comenzaron a aparecer los famosos cactus norteños. La amabilidad de los sanjuaninos es digna de reconocer, nunca escuchas un "buen día" a secas, siempre va acompañado de un "que le vaya bien" o de un "en que puedo ayudarlo". Encontramos pueblos perdidos en medio de la montaña que parecen haberse quedado en el tiempo, las casas son siempre de barro, las calles de tierra y es muy raro encontrar un turista. La siesta es sagrada entre las 2 y las 4 de la tarde, es incluso raro encontrar a un perro que no este echado bajo la sombra de algún árbol. 

La provincia es chiquita y la cruzamos en pocos días. Sin duda las noches más especiales las pasamos en el hotel abandonado que encontramos en la fantástica ruta entre Jáchal y Huaco.


El hotel es una construcción bastante antigua, pero se nota que en su momento no escatimaron en gastos. Hoy ya no recibe turistas, pero tiene dos cuidadores durante las 24 horas que muy amablemente nos permitieron alojar. Habitaciones había de sobra, pero claro, ya no tenían ni camas ni las comodidades que deben haber tenido años atrás. La primer noche fue inevitable no escuchar ruidos y visualizar imágenes de la película El Resplador, en la que Jack Nicholson es cuidador de un viejo hotel abandonado e intenta matar a su familia. Por suerte pasamos la noche y nadie intentó matar a nadie. Más tarde nos enteramos que a unos metros de las instalaciones había unos pozones naturales de agua termal, por lo que decidimos que sería bueno quedarnos un día más y descansar. 







Esa fue nuestra despedida de San Juan, pudimos eliminar un montón de prejuicios infundados acerca de sus paisajes y su gente. Y con respecto al enfrentamiento entre las dos provincias, declaramos un empate técnico por considerarlo innecesario.


NO TODOS LOS RIOJANOS SON TURCOS
La urgencia de entrar en La Rioja estaba dada por el deseo de ver a River salir campeón en tierras riojanas. Fue por eso que planificamos los días de pedaleo para estar ese domingo en Villa Unión y encontrar un televisor. Vimos el partido en el patio de una casa con dos loquitos que estában tomando vino desde las 2 de la tarde y con el volúmen que se escuhaba a dos cuadras de distancia. Después fuimos a la caravana de festejos con las bicicletas.
Al día siguiente nos esperaba un gran desafío sobre ruedas porque nos tocaba cruzar la Cuesta de Miranda. Esta cuesta se ubica en el tramo de la ruta 40 que comunica Villa Unión con Chilecito y sube hasta más de 2000 m.s.n.m., ofreciendo paisajes de tierra roja con particulares formaciones rocosas que se podrían comparar con las imágenes que conocemos del planeta Marte. El escenario es verdaderamente único, y nosotros ese día también eramos los únicos en la ruta porque en realidad el paso estaba cerrado. Resulta que actualmente están construyendo un camino nuevo, menos vertiginoso, pero dada nuestra situación en bicicleta y gracias a Facu Pereyra que nos conseguió un contacto en el obrador, nos abrieron la ruta solo para nosotros y pudimos cruzar tranquilísimos ese trayecto que hubiese sido una pena perdérselo. 








Llegamos a Chilecito justo en fecha de unas fiestas locales, así que el pueblo estaba llenísimo de gente que venía de todos lados, vendedores ambulantes y artesanos que, a pesar del frío y lluvia, salían a recorrer las calles y la feria en la plaza principal. Nosotros debido al mal tiempo, nos quedamos a descansar unos días en un hostel que nos dejaba acampar en el patio. Uno de esos días fuimos a conocer Famatina, ese pueblo famoso por su lucha contra los avances de la explotación minera a cielo abierto. 

                                    

Al tercer día de lluvia, con los cerros todos nevados, unos amigos del hostel que estaban viajando en camión, nos ofrecieron acercarnos hasta el próximo pueblo. Sin pensarlo demasiado, en un ratito nos estábamos bajando en la estación de servicio de San Blas de los Sauces, nosotros, las bicis y Laurita, una valiente mochilera que conocimos en el hostel que viajaba a dedo y que nos quiso acompañar unos días antes de seguir su ruta. 

En el tiempo que nos demoramos en decidir para donde arrancar, se nos acercó un señor en su camioneta y nos ofreció para que fuéramos a su casa, que allí podíamos quedarnos todo el tiempo que quisiéramos y que él ya tenía lista la comida para el almuerzo de los cuatro. 

Era difícil no desconfiar ni un poquito de tanta generosidad, pero había algo en la mirada de ese hombre que nos decía que era una buena persona. Así que lo seguimos en las bicis hasta su casita alejada del pueblo. 

Panchito vivía solo, no por elección, sino porque había perdido a su familia hacía poco tiempo. Su mujer había muerto hacía unos años y en unos días más se cumplía el primer año de la muerte de su única hija. Ellos vivían los tres en Buenos Aires, pero después de quedarse solo, Panchito había vuelto a su tierra natal para estar, al menos, acompañado por sus hermanos. Era tal la tristeza y el dolor que tenía adentro, que en cada conversación se conmovía y se secaba alguna lágrima. 

Fueron días fuertes en los que acompañamos a Panchito para levantarle un poco el ánimo y alegrarlo, a tal punto que no quería que nos fuéramos de su casa. Fuimos juntos a conocer las termas de Fiambalá, hicimos guitarreadas, comimos rico y Panchito sonreía. 

La despedida fue con lágrimas y con un sabor particular para nosotros porque hay algo más que contar de toda esta historia. Andrés había sido compañero de la hija de Panchito en la Universidad. Esto lo descubrimos porque ella había sido una de las pocas alumnas no videntes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, y por eso le habían hecho una nota en una revista que encontramos en la casa. Con un frío que corrió por la espalda después de llegar a esa conclusión, preferimos guardar silencio y no traerle más recuerdos tristes, pero todavía nos preguntamos si nuestro paso por su casa fue pura casualidad, o realmente teníamos que estar ahí en esos días tan difíciles para nuestro amigo. 




CATAMARCA, ¿Vó quien so?


Tal vez fue por el casi nulo conocimiento previo que teníamos sobre esta provincia que nos impactó tanto su belleza. En mi mente me imaginaba una tierra árida y desolada. Por el contrario, Catamarca nos regaló los paisajes más hermosos y menos explotados turísticamente del NOA. 

Grandes cerros de vegetación tupida, un clima húmedo y mucha neblina nos dieron la bienvenida en nuestro paso por los pueblos de Londres, San Fernando y Belén. Londres dice ser la segunda ciudad mas antigua de nuestro país. Estos pueblitos que atraviesa la ruta 40 tienen un encanto especial, con iglesias muy antiguas, pintorescas plazas, y un escenario natural de fondo que combina perfecto para completar la foto. 






Pasando Belén y a medida que avanzan los kilómetros, el paisaje se va transformando rápidamente, siendo cada vez más árido y parecido al NOA que yo conocía, con tierras secas y algunos cardones que empiezan a aparecer. 

Después de una seguidilla de varios días de pedaleo intenso entre montañas, llegamos a Santa María, que es la última localidad de Catamarca sobre la 40. Como el camping municipal era gratis, decidimos parar unos días a descansar y reponer fuerzas. Nos quedamos varios días, y aprovechamos para hacer algo que hacía rato que teníamos en la lista de pendientes: ir a una escuela a contar nuestra experiencia a los chicos. 

Justo al lado del camping había un colegio, así que pasamos a ofrecer nuestra propuesta e inmediatamente organizaron a los cursos para que hablemos con los alumnos de 2° y 3° año de secundario. 

Transmitir lo vivido, sembrar el entusiasmo y la curiosidad y poder dejarles un mensaje a esos chicos fue, ante todo, gratificante. Los más corajudos hacían preguntas, algunos miraban con atención las bicicletas, y otros simplemente se reían con algunas anécdotas coloridas. Hablamos de las distintas provincias, de las tantas formas diferentes de viajar, de lo importante de cuidar nuestros lugares y de que no se necesita mucho más que una mochila para salir a descubrir que hay más allá de su pueblo.






Al día siguiente seguimos nuestro camino hacia Amaicha del Valle en Tucumán. Durante los primeros kilómetros nos dimos cuenta de que nos venía siguiendo uno de los cinco perritos que dormían al lado de nuestra carpa todas las noches en el camping. Supusimos que en algún momento se iba a cansar y pegar la vuelta, pero no fue así. El perro color chocolate iba a la par de las bicis y llegó con nosotros a Amaicha, después de correr casi 40 kilómetros. 



Era tan noble el amigo que ni siquiera aceptaba que le diéramos agua y sólo tomaba algo cuando encontraba algún arroyo por sus propios medios. Como nos encariñamos con ese perro! Hasta le pusimos nombre y apellido, se llamaba MILKO GUACHIN, y le compramos alimento balanceado. Pero la triste realidad es que no estábamos en condiciones de adoptarlo. Por un momento lo planteamos, pero era una locura. 

Después de Amaicha seguimos para Cafayate. Por supuesto que Milko venía firme corriendo al lado de las bicis. Tuvimos que encontrar el momento justo para que nos perdiera de vista pero que no quedara solo en el medio de la nada. Así que aprovechamos una bajada grande para tomar distancia y meternos en un desvío justo en una zona que tenía casitas y otros animales. Confiamos en que Milko fue capaz de conquistar a otros dueños que pudieran cuidarlo mejor. 


El que no SALTA es un inglés!!

"Aquí también la Nación crece -y mi amor por las empanadas también-" decía un cartel en la ruta entrando a Cafayate. Que verdad mas verdadera! En Salta uno puede comer infinitas empanadas sin cansarse. Que lindo volver a esta provincia, que lindo volver a ver los colores de los viñedos entrelazados con la luz del sol de tarde y los cerros colorados de fondo. Que satisfacción es haber llegado hasta Salta pedaleando, cuando al principio del viaje parecía tan lejana e inalcanzable... Es inevitable recordar con nostalgia cuando conocí el norte por primera vez, en un viaje de mochilas con mi hermana Lucía, y quedé enamorada de estas tierras sin saber cuando volvería a visitarlas otra vez. Nunca me hubiera imaginado que iba a ser tan rápido, y mucho menos, que sería en bicicleta. 




Estábamos en Cafayate y habíamos llegado para quedarnos. El plan era encontrar la manera de estar el mayor tiempo posible pero sin gastar plata porque había que hacer tiempo hasta que empiece el mundial. Queríamos ver los partidos en Argentina, pero todavía faltaban como 15 días para la inauguración. Así que salimos una mañana en busca de trabajo, ofreciendo ayuda en hostels y restaurantes a cambio de alojamiento o comida. Ese mismo día ya teníamos trabajo en un hostel, pero no teníamos ni idea de  las tareas había que cumplir. 

Todo era un poco confuso, no teníamos muy en claro cual era nuestra función porque el dueño del hostel resultó estar un poco loco y nos daba indicaciones completamente insólitas que a los cinco minutos se las olvidaba y se iba a dormir o a tomar.

Entendiendo como venía la mano, decidimos ponernos nuestros propios horarios y tareas. A la mañana amasábamos panes rellenos y los cocinábamos en el horno de barro, y por la tarde salíamos a recibir a los turistas que bajaban de los colectivos para ofrecerles alojamiento en el hostel, y de paso aprovechábamos la vuelta para vender los panes y juntar unos pesitos. Con esta experiencia entendimos el esfuerzo y el amor que requiere la tarea del panadero, y lo difícil que puede ser la venta callejera, sobre todo cuando a veces la gente reacciona mal o directamente no reacciona ante un amable ofrecimiento al que se podría responder con un "no, muchas gracias" y nada mas. Pero en general nos fue bastante bien con la venta porque a todo el mundo le dijimos que comprándonos panes estarían colaborando con nuestro viaje hasta Alaska en bicicleta ;) . 

Lo mejor de nuestro paso por Salta fueron los amigos que nos hicimos. En una de las tandas de pasajeros a los que les ofrecimos alojamiento, conocimos a Franco y a Charly Atkinson, dos hermanos de Morón que viajaban con mochilas y se hospedaron en el hostel. También nos hicimos amigos de una familia de artesanos que vendían sus trabajos en la plaza y paraban en el camping. Por alguna razón era tanta la armonía que había cuando estábamos todos juntos que parecíamos una gran familia. 

Después de una discusión con el dueño del hostel porque nos quería hacer cargar un camión de piedras tres pisos por escalera, decidimos renunciar a nuestro trabajo y volver al camping con nuestros amigos. Los hermanos Atkinson se vinieron con nosotros y desde ahí que no nos separamos más. Estuvimos casi diez días acampando todos juntos, haciendo fogones y mateadas por las noches, jugando con los tres niños de la familia que son imperdibles, filosofando de la vida y conociendo el punto de vista de gente que busca vivir de una manera diferente, rompiendo con las estructuras impuestas en la sociedad moderna y buscando alternativas a la educación, la medicina, la alimentación y la vivienda, entre otras cuestiones. 




Salimos de Cafayate pedaleando por la increíble Quebrada de las Conchas. Almorzamos en el anfiteatro y seguimos viaje para hacer noche en Alemanía, un pueblito que quedó casi olvidado después de que dejó de funcionar el tren. Llegamos a Salta Capital y ahí nos volvimos a encontrar con todos nuestros amigos del camping de Cafayate. El camping municipal de Salta tiene la pileta de natación más grande de Sudamérica, o al menos así fue en algún momento. 








En la ciudad de Salta nos quedamos unas dos semanas paseando y aprovechando para  resolver el tema de las vacunas para ir a la Selva. Las pintorescas calles ya estaban esperando el mundial vestidas de celeste y blanco. Recorrimos una y otra vez los barrios y las plazas, presenciamos el festival en homenaje al General Güemes, nos adueñamos del horno de barro del camping y un día hasta tuvimos una invitación para ir a escalar a una cascada no muy lejos del centro. Fueron días que realmente disfrutamos de comer y descansar bien y de la buena compañía de nuestros nuevos amigos. 









Salimos rumbo a Jujuy atravesando un camino de cornisa que es espectacular para hacerlo en bicicleta. Es como una montaña rusa rodeada de selva tupida. Es un camino angosto y muy sinuoso, que nos regaló la última aventura en tierras Salteñas. 



LAS DOS CARAS DE JUJUY

"Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros son obra de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. Cuantas veces en la vida me ha sorprendido como, entre las multitudes de personas en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino, como si hubiéramos pertenecido a una misma organización secreta, o a los capítulos de un mismo libro. Nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino". (E. Sábato) 



El mundial ya había empezado y no queríamos irnos del país hasta ver el último partido en suelo argentino. Que mejor plan que hacer un voluntariado durante esas semanas sin gastar en alojamiento ni comida mientras alentábamos a la selección. Con ese pretexto, dimos con un lugar increíble, y nos recibieron dos personas muy especiales que nos regalaron una experiencia realmente invaluable y que, a lo mejor, sembraron las bases de lo que será nuestro proyecto cuando decidamos quedarnos quietos un ratito. Y eso no es todo. Los hermanos Atkinson vinieron con nosotros y casi sin tener que forzar las cosas, como cuando el mundo se conspira para que vayamos en una sola dirección, a las tres semanas de estar con nosotros, se compraron dos bicicletas, fabricaron unos carros para cargar sus mochilas y se sumaron a la aventura sobre ruedas. Realmente no dejo de sorprenderme por la causalidad de las cosas que suceden en cada paso que damos.


El voluntariado era para la “bio-construcción” de un invernadero. El lugar de trabajo: la base del cerro de los 7 colores en Purmamarca. El material de construcción: barro, arena, bosta de llama, penca de tuna, aguja de pino, botellas, persianas, puertas y ventanas recicladas. Nuestros jefes: Virginia y El Cucu. La comida: un menú diario cocinado en cocina solar. La vivienda: EL MOHABI (Módulo Habitable Biosustentable).






Absolutamente todo lo experimentado durante esos días fue una novedad y nos revolucionó por completo. No se como explicar lo que se siente al ver una pared que fue levantada con tus propias manos y en la que hubo días enteros de total dedicación y esmero. Para mi, hacer ese invernadero fue toda una obra de arte, mi primer obra de arte creo. Y lo más lindo de todo es sentir que no hay límites, porque si uno quiere se puede construir una vivienda, o un kiosquito, o lo que quiera. Los materiales están ahí, las manos también, solo hay que trabajar un poco.


En el MOHABI nos hubiéramos quedado a vivir mucho tiempo más, pero había que arrancar de nuevo en algún momento. Ese lugar es simplemente mágico. Es una construcción en forma de semicírculo, ubicada en el medio de un monte al cual prácticamente sólo llegábamos cruzando un río por un puente de troncos y subiendo por un senderito. De un lado del río estaba la autopista, y del otro lado estaban las vacas, los caballos y nosotros. No teníamos luz eléctrica, ni gas, ni agua caliente, pero teníamos una salamandra con infinita leña, un ventanal enorme con una vista panorámica, una caja de chocolates gigante y un frasco lleno de paz, porque todo eso era para nosotros cuatro y nadie más.











Terminó el mundial con un sabor... agridulce … que nos marcó la hora de volver a la ruta. Cuando los carros de los chicos estuvieron a punto, emprendimos la partida de Jujuy capital. Nos despedimos con enormes palabras de agradecimiento a Vir y el Cucu por todo lo que nos enseñaron, por la buena onda, y por su gran ayuda para resolver la compra de las dos bicicletas.


Salimos rumbo al noreste, para adentrarnos en las Yungas. Esa es la parte de Jujuy que no es tan conocida para el turismo y que es un ecosistema totalmente opuesto al de la Quebrada de Humahuaca. Esa parte es tropical, verde, cálida, con ríos cristalinos. Pareciera que toda la humedad del aire que viene del Atlántico se quedara ahí frenada sin convidarle ni un poquitito a lo que hay detrás de los cerros hacia el oeste, generando así esa tan marcada diferencia entre los paisajes del este y oeste de la provincia.


Camino hacia la frontera con Bolivia, ibamos a pasar muy cerca de la entrada del Parque Nacional Calilegua. Era un pecado no desviarnos unos kilometros para entrar a conocer. En ese parque conviven mas del 60% de todas las aves que tenemos en el país. No se si será muy exacto el dato, pero si puedo asegurar que al ingresar al parque se puede escuchar una infinidad de cantos de pájaros diferentes, y que en un rato que estuvimos parados pudimos obervar tucanes, colibries, urracas, loros y muchos otros pájaros que no se como se llaman.




En el parque conocimos a unos ciclistas uruguayos que resultaron ser dos lindos personajes que nos hicieron reir mucho durante los días que compartimos juntos. Al día siguiente de nuestra llegada al camping decidimos ir pedaleando hasta San Francisco, un pueblito que quedaba cerca, pero había que subir un cerro entero para llegar. Esa fue la prueba de fuego para los chicos que hacía unos pocos días que estaban estrenando sus bicicletas.


En San Francisco estuvimos parando junto con los uruguayos. Los seis corceles estacionados ocupaban media cuadra de largo. Un día fuimos a conocer las termas de Jordan, que son unos pozones de agua sulfurosa de una belleza impresionante. Para llegar fue otro desafío para nuestras piernas, porque es una caminata de una dificultad bastante alta en algunas partes, pero es un lugar que vale la pena conocer. Si les puedo dar una recomendación por si algún día deciden ir es: asesorarse bien sobre cómo llegar y salir bien temprano para aprovechar el día. En el pueblo conocimos a una familia que nos invitó a compartir su casa, sus instrumentos y su alegría. Hicimos unas lindas comilonas y guitarreadas para festejar lo que llamamos el primer encuentro “EL GRINGO”, en esa hermosa localidad donde ser gringo puede llegar a ser motivo para sufrir algunas discriminaciones.












Nos despedimos de Jujuy saboreando caña de azúcar robada de las plantaciones de Ledesma, y maldiciendo un poco por el olor nauseabundo que se respira en toda la zona de los ingenios. Pero nada podía borrarnos la sonrisa enorme de la cara. No solo habíamos conocido todas las facetas de Jujuy, también estabamos alcanzando nuestro primer objetivo desde que salimos de viaje, que era conocer Argentina de punta a punta.

Podemos decir que nuestro país es realmente enorme. Lo grande de su territorio es proporcional a la diversidad que se puede encontrar en su gente y su cultura. En nuestra travesía pedaleamos casi 5000 kilómetros, cruzamos 11 provincias y atravesamos más de 100 localidades. Y si hay un denominador común en todo esto, es la infinidad de personas buenas que nos abrieron las puertas de sus casas y confiaron en nosotros.

Hoy no nos queda más que agradecer a todas esas personas que con su granito de arena nos permitieron llegar hasta acá y nos llenaron el alma con tanta generosidad y buenas energías. Ahora estamos en Bolivia y en unos meses más queremos llegar a Cuba. Esperamos encontrar en nuestros países hermanos al menos un poco de la hospitalidad con la que nos recibió la gente de nuestra querida Argentina.

Cruzando la frontera con Bolivia!











32 comentarios:

  1. Fuerza chicos! a descubrir el mundo que existe detrás de lo que parece...Que sea un aprendizaje permanente, un crecimiento personal, y el disfrute de la libertad y el mundo en forma de libro abierto, con algunas hojas blancas para escribir su historia.
    Hacemos fuerza desde aca para que sean muy felices pedaleando la vida juntos...

    Pablo y Ale, Trevelin.

    ResponderEliminar
  2. Excelente ceci me gusto mucho leerlo, espero nuevos capitulos que sigas disfrutando, y aprendiendo.


    saludos, muchos exitos para los dos.


    martin lemos

    ResponderEliminar
  3. Increible gente! un gusto leerlos! me alegro muchisimo! pronto espero mas capitulos ao vivon en la comarca andina! y alguna de terror para la enana, mucha fuerza desde la gran ciudad!

    ResponderEliminar
  4. Torillo! Excelente el Blog! Sigan escribiendo!! Me alegra saber lo bien que les está yendo!
    Beso enorme a los dos!
    Zampo!!

    ResponderEliminar
  5. Señor vaca y doña toro!
    Q lindo saber de ustedes y en ese saber q sea todo positivo y bello!
    Inspirador lo que cuentan, tantas vivencias hermosas y solo en un mes... cuando un mes en la rutina de la ciudad es solo un mes, cuatro semanas jaja. Les mando un beso grande y sigan llenandose de vida como lo hacen y a darle rosca!!!

    Mis mejores deseos!

    Mati del Marmol

    ResponderEliminar
  6. Me encantooo chicos!! sigan escribiendo!!
    les mando muchos cariños y fuerzas!
    besotes :)

    ResponderEliminar
  7. chicos! felicitaciones! admiro y envidio la decision que tomaron. no soy de leer mucho pero el blog es muy atrapante! a seguir metiendole ganas que en la ciudad del viento no se pierden de nada! un beso grande para los 2!
    FAVER

    ResponderEliminar
  8. Lindo viaje!! Buena vida chicos!! que gusto da leerlos, viajo a través de uds..muchos cariños

    ResponderEliminar
  9. Hola, Chicos, me alegra mucho saber que la estan pasando bien en su viaje, Saludos desde Ushuaia , Ezequiel.

    ResponderEliminar
  10. Madrina.:me lloré todo a medida que leía,y mis treinta años de Patagonia se agolparon en mi mente..Buen recorrido pichones,los acompaño!Abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
  11. Chicosss que atrapante todo lo que cuentan!!! no pude parar de leerlos ni un segundo, sumamente fascinante y emocionante.
    Gracias por transmitirme un poco lo que es vivir en la provincia que me vio nacer, cosa que a menudo olvido.
    Espero que sigan las aventuras llenas de cal y arena, pero sobre todo de mucha vida.
    Los extraño y quiero mucho!!!

    ResponderEliminar
  12. Mario Avalos de Puerto madryn7 de febrero de 2014, 18:57

    "No hay camino,..se hace camino al andar....."
    Cuando uno viaja espera disfrutar de los lugares y la buena gente. Pero encontrar dos personas tan lindas como Uds. es un placer.
    Hola Ceci y Andres, me alegra mucho el tener noticias de Uds. y sobre todo que estén bién. Leo el blog y me vienen a la memoria los momentos lindos que pasamos, espero que sigan así. Mucha suerte!!
    PD: En la camioneta se olvidaron la funda de la camara y $35,00, me avisan a donde se los envío. Sigo el blog y sus vivencias.

    ResponderEliminar
  13. como andas andres, aqui el ricky de puerto madryn siguiendo tu viaje. pasada por madryn por favor, te espero

    ResponderEliminar
  14. En epocas de tanta inmediatez, los felicito chicos. Es lindo saberlos felices...explorando y explorándose. Cariños y que siga la aventura :)

    ResponderEliminar
  15. Hola Ceci y Andres!!! que buena descripción de lo que han vivido en estos días!! Cuántas historias, gente nueva que se cruzaron y que les tendió una mano... Amiga querida!!! no cuentes más rayas del asfalto!! jaja, Segui disfrutando junto a Andres de esta experiencia única!! e inolvidable!! Desde Tandil sigo esperando ansiosa los próximos capítulos!!! Un abrazo enorme!!! Y que afloje el viento!!!!! besos

    ResponderEliminar
  16. que viajecitoo che! muy lindas las fotos.. los pasisajes todo todo muy copado! Disfrutenlo muchoooo!! abrazo gigante. Seba

    ResponderEliminar
  17. que hermoso es volver a leer sus aventuras!!!! los queremos...ines y Carlos

    ResponderEliminar
  18. Chicos, que aventura!!!una gran experiencia!!!. Que lindo poder vivir así cada lugar que visitan. Les mandamos un beso muy grande. Mónica y Daniel.

    ResponderEliminar
  19. Me paro y los aplaudo a ambos!! Que linda experiencia!! No puedo parar de leer todo lo que les va pasando!
    Todavía me acuerdo cuando vaca me conto que lo que estaba por hacer y claramente pensé que me estaba cargando (eso les pasa por boludearme tanto jaja).
    Un beso enorme y vamos QUE SI SE PUEDE!!!

    ResponderEliminar
  20. Felices Pascuas y que continúen con la maravillosa experiencia de vivir conociendo...
    Pensé encontrar fotos de Bariloche ...jajaja besos de María Palermo

    ResponderEliminar
  21. Mónica y Mario Villa La Angostura 19 de abril 2014 1.53hs.18 de abril de 2014, 21:59

    Hola chicos hoy por primera vez entramos en el blog, es maravilloso poder leer las experiencias vividas. Si antes pensábamos que eran muy grandes, ahora no tenemos palabras para calificarlos. Que bueno haberlos conocido.......sigan escribiendo que es una manera de disfrutarlos.

    ResponderEliminar
  22. exitos amigos espero reencontrarlos pronto, sigan pedaleando y conociendo el mundo, que recien llevan unos pocos km, les deseo lo mejor de corazon

    ResponderEliminar
  23. Buenísimo el capítulo II, Comarca! Faltan algunas fotos....esa huerta..., esa construcción de adobe..., el reencuentro con los viejos amigos. Bueno, habrá que subirlas con tiempo. Pero el relato está muy bueno, y uno se las puede imaginar! Que sigan los éxitos y los km., saliendo de patagonia para entrar en tierras mendocinas. Ojalá sigan como hasta ahora sin inconvenientes. Los extrañamos mucho y ya tenemos ganas de abrazarlos. Inés y Carlos

    ResponderEliminar
  24. bravo!!! suban mas aventuras! los quierooo!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Pichones!Qué vuelo maravilloso el de ustedes.Me emociono al leer y los veo como gigantes que llegarán a la meta propuesta.Los quiero.Sigan volando y disfrutando de cada momento que será único e irrepetible.Hasta prontito.Blanky

      Eliminar
  25. Me lei todo el blog de un tirón!!! Andres ya sabés que tu madrina se sienta una vez al anio en la computadora ahora me muero por saber donde estan. Te adoro estoy encantada con tu viaje y con tu proyecto. Suban mas historias!!! Besos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno no se como poner mi nombreeee!!!! pero soy yo tu madrina

      Eliminar
  26. Chicos cuantas nuevas historias y siempre tan emocionantes de leer, que lindo ver tanta gente que los ayuda en este camino y les abre su corazon. Hasta Cuba sin paradas!!! los seguimos alentando desde aca y los esperamos con mucha ansiedad!!!!! Los quiero mucho !!!!!

    ResponderEliminar
  27. Niños,
    no encuentro palabras para describir esta mezcla de sensaciones que me provocan las fotos y los relatos, una mezcla de emoción, felicidad y orgullo con algo de nostalgia...
    Espero ansioso el momento de volverlos a abrazar y escuchar mate de por medio las historias de este viaje, en fin... no soy bueno para digerir las distancias.
    Sigan disfrutando de esta experiencia y no escatimen en descripciones (escriben muy lindo).
    Los quiere y extraña, El Pelado

    ResponderEliminar
  28. Pareciera que Ceci es la poeta escritora, y el vago de Andrés apuntando capítulos y anégdotas. No sé a quién saldrá... Como sea, un encanto el relato, parecen personajes de un cuentito...¿no lo serán? Cuánta buena gente conocida! Cuánto cariño despertado entre ellos y por donde van! Cuánto crecimiento personal y en pareja logrado! La mayor de las suertes para esta próxima etapa que se inicia. Las distancias son mayores, y las dificultades seguramente también. Me queda la seguridad que San Juan Bosco, viene acompañándolos desde El Chalten, pedaleando desde atrás y soplándoles buenos vientos! Los reuno en un enorme abrazo, que espero pronto poder concretar. Pá Carlos

    ResponderEliminar
  29. Queridos ....cuanta alegría que recibe mi alma cuando aparecen esos mail cargados de aventuras y conocimiento; o la llamada por skipe escuchando vuestras voces o saber simplemente que están bien. Ya llegaron a Manaos y la aventura sigue. Que sigan teniendo esa maravillosa proteccion en cada pedaleo y que puedan concretar el proyecto soñado. Má Ines

    ResponderEliminar
  30. Bueno! Acá Ernesto, que bueno lo que escriben che y las fotos de esos lindos días por Jujuy... jee... nosotros por Bolivia en Santa Cruz, mucha música y alegría.. ustedes por dónde van ahora? abrazos!

    ResponderEliminar